Empecemos por el capítulo de agradecimientos: sin amar el ciclismo como lo amo nunca me hubiera metido en semejante berenjenal. La afición a la bici se la debo principalmente a mi padre Agustín, y ya desde los primeros años al Club Ciclista Montaña de Astorga. ¡Que tiempos aquellos! Algunos viejos roqueros aún nos siguen dando lecciones. Sí Avelino, tu ilusión es contagiosa y es un ejemplo para todos. Como solemos decir, nuestra afición es como una enfermedad, pero bendita enfermedad. A partir de ahí un buen día conozco a un tal Cristian en clase de inglés, y otro buen día a un tal Pedro Ignacio, leyenda viva del triatlón leonés, y la cosa se iba cociendo a fuego lento. Todas las piezas del puzzle han encajado en la escuela de Triatlón Intelligent Interval de León, gran grupo humano con grandes profesionales al frente. Sería muy injusto mencionar sólo a algunos así que prefiero no extenderme con nombres, todos sabéis que sois unos fenómenos. Pero a Carlos sí hay que recordarle, es el que me "lió" para esta historia. Vaya crack de deportista y de persona, brillante futuro te espera ya te lo he dicho, y más después de la demostración que hiciste el domingo.
No pensaba escribir una crónica. Para mi, afrontar un tipo de prueba como esta es simplemente un reto personal, una experiencia. Mucha gente me pregunta porque no publico estas cosas más a menudo en Facebook, pero tampoco pretendo demostrar nada a nadie, lo que hago lo hago para disfrutar de la experiencia y del compañerismo con mis amigos, muchos de ellos conocidos gracias al deporte. Algunos queréis saber como se vive desde dentro un ironman, pues allá voy.
4:15 de la mañana en una habitación de hotel de Vilalba, a media hora de coche de As Pontes. Toca el reloj y despertamos Carlos y yo. La salida no es hasta las 7, pero hay que desayunar fuerte y con tiempo de hacer la digestión antes de meternos en el agua. Revisamos la mochila tamaño XXXL que tenemos llena de chismes para la carrera. Nunca pensé que hacían falta tantas cosas diferentes para una prueba así. Además, yo decidí llevar ropa específica para cada deporte y cambiarme en las transiciones: bañador y neopreno para el agua, culote y maiot con los colores del Cdc Astorga para la bici, y ropa de intelligent interval para la maratón.
Llegamos al lago de as Pontes a las 6. Aún era de noche. No nos podíamos embobar porque había mucho que colocar en los boxes y aún había que hacer una última visita al baño... Nos dan las 6:50 en un plis plas, y ahí estamos, 400 triatletas con el traje de pingüino a pie de lago. Para el que no haya visto una salida de un ironman nunca en directo, le puedo decir que es un momento único y precioso, y para el que quiera participar alguna vez, decirle que solamente por el momento de la salida merece la pena apuntarse a uno. Será por la luz tenue que comienza a iluminar el día, por la emoción o los nervios, pero es un momento irrepetible.
Nos metemos en el agua y comenzamos las dos vueltas de 1900 metros. Consigo nadar cómodamente siguiendo pies casi todo el tiempo, y cuando salgo a pasar por la alfombra para marcar la primera vuelta y volverme al agua a dar la segunda, me doy cuenta de que voy en el primer tercio de carrera. ¿Como es posible con lo torpe que soy nadando? Voy pensando mientras nado los segundos 1900, y al llegar al box lo confirmo cuando veo que en el pulsometro que tenía en la bici marcaba las 8:10 de la mañana. 1:10 En el agua! Ni en mis mejores sueños lo hubiera imaginado, y más cuando veo que llegue unos segundos más tarde que Carlos, el héroe del día. Buena estrategia la suya, llevaba tritraje para no perder tanto tiempo, y a fe que lo consiguió sacándome más de 6 minutos en la primera transición.
Llega el momento de salir en bici. Allá vamos, pienso que seguro que las previsiones de viento que daban para la jornada eran un poco exageradas. Como va a soplar a 30km/h con rachas de 65, ¡eso solo se ve en las pelis americanas! Graso error, yo diría que incluso soplaba más que eso. Nunca vi cosa igual, los que iban con cabra casi de lado a lado de la carretera cuando venían las rachas...tres vueltas de 60km y un desnivel positivo de 1600metros, el circuito era por buen firme y mucho tobogán, me gustó mucho. Pero el aire nos mato a todos. Tenía previsto hacer una media de 30 en seis horas, y así lo conseguí, pero ya cuando iba por el km 120 vi que me estaba desgastando mucho, y aunque regule, llegue a la última transición con más fatiga de la deseada. Y lo malo es que quedaba aún el postre, la maratón.
No iba con buenas sensaciones a la última parte de la prueba: 3 vueltas a un circuito por tierra de ida y vuelta de un total de 14km. El caso es que me cambio y comienzo a trotar con facilidad, y me sorprendo al ver que rodaba a 4:40-4:50 y muy bien de pulso, sin pasar de 130. Me froto las manos y pienso: ¡ya esta, pongo el piloto automático y hasta meta!...pero no todo el monte iba ser orégano como dice el refranero, y la fatiga muscular tenía que llegar tarde o temprano. En esta ocasión el famoso muro de la maratón no apareció en el km 30, sino en el ¡¡km 8!! Tal era mi desesperación, que al dar la primera vuelta les dije a mis amigos Chus y Fernando, que me acompañaron en esta aventura para apoyarme, que no sabía como lo iba a hacer para terminar. A juzgar por la cara que pusieron, debían de verme aún peor de lo mal que yo creía ir. De nada servían los avituallamientos cada 3 km, ni los geles, ni nada. Cuando el músculo dice basta es basta, no hay nada que hacer. Bueno si, me propuse tozudamente correr la segunda vuelta como buenamente pudiera. Pensaba que con 28km corridos los últimos 14 serían fáciles...y tanto que fueron fáciles, porque los tuve que hacer andando casi por completo. Era tal el dolor muscular que no conseguía enlazar más de 50m seguidos corriendo. Parecía que me fuera a romper a cada paso que daba. Es muy frustrante encontrase así y no poder casi ni andar, porque de cardio iba fenomenal. Las horas de bici me dieron el fondo que necesitaba, pero todo cuerpo humano tiene su límite, y el mío lo encontró ese domingo.
Me tuve que plantear la última vuelta como una ruta de senderismo al lado de un bonito lago. No quedo más narices... Hasta que llegó el último km, me trague un gel y me dije: que demonios, ¡por lo menos entra corriendo como un hombre! Ya me asomaban las lágrimas por el dolor cuando llegaba a la recta de meta, pero se tornaron de emoción cuando vi a Fer y a Chus llegar y abrazarse a mi para entrar en meta corriendo los tres juntos. Uno de los momentos más bonitos y emocionantes de mi vida. Gracias chicos, ¡¡sois los mejores!!!
Al final, 12 horas y 22 minutos después de las 7 a. m. Llegue a meta. Menuda experiencia. Menuda paliza. Y menudo crack Carlos, que me sacó una hora e hizo un top 50 en su debut en la distancia. Casi nada. Enhorabuena
Alex me alegro que lo disfrutaras tanto, leyendo la crónica parece que estuviéramos allí.
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